jueves, 23 de mayo de 2013

Wax Scratch.

Caminas con las puntas de los pies para cruzar el tejado. El cielo azul oscuro con los árboles pintados de negro. Cierras los ojos y el contorno sigue ahí, dibujado. El humo entra, sale, y se lo lleva todo.
Asciende para encontarse con una nube e ir a otro lugar. Recojes la ceniza con un dedo y pintas tus hombros de gris.
Nunca compartiste este rincón, pero es la primera vez que vienes sola. No para olvidar, recordar, luchar o huir. Sólo sentarte, apagar la vela del mundo diez minutos y jugar con la cera caliente.
Algo está cambiando. Cada uno se hace fuerte a su manera.


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