martes, 30 de diciembre de 2014

Morphine.

La felicidad humana se conglomera en mi de modo que no sé escribirla. 

Un hombre paga un mes de hotel a unos vagabundos, un peluquero les corta el pelo gratis cada mes.
Alguien anuncia que ha encontrado una maleta con libros y quiere devolverlos. 
El coche choca e inconscientemente, tus brazos intentan proteger a quienes te rodean. 
Una mujer recibe un cheque de una familia a quien años atrás les pagó la compra por necesidad. Dices que siempre intentarás merecer todo mi amor. 
Un hombre encuentra dinero en su coche de alguien que le vio pararlo para auxiliar a un anciano caído en la calle. 
Una joven se tira al río para agarrar a un gato que se lleva la corriente. 
Un viejo atrapa una bola de los Yankees y se la da a su nieto, llorando de emoción.
Doy calambre y a pesar de ello, insistís en un beso de buenas noches.  
Una hija aguanta el dolor para visitar a sus padres durante diez días y prepararles así para el fallecimiento de su hermano, ya muerto. 

Recuerdo los horrores, y veo por primera vez la silenciosa tormenta humana, provocada por el roce de las nubes con la eléctrica crueldad.




jueves, 4 de diciembre de 2014

Powder of light.

Algunas veces en mi vida, he experimentado momentos de una claridad meridiana, en los que durante unos breves segundos, el silencio ahoga el ruido, y puedo sentir en lugar de pensar. Todo parece muy definido, y el mundo claro y fresco, como si todo acabara de nacer. Es imposible hacer que esos momentos duren, yo me aferro a ellos, pero se desvanecen, como todo. He vivido mi vida agarrada a ellos, ellos me transportan al presente, y entonces me doy cuenta de que todo es justo como tiene que ser.

 Días como el de hoy me hechizan y me parecen desenterrados del polvo de un viejo cuaderno, recuerdos del presente. Se conjura en ellos el tiempo para que presente y pasado se transformen más rápido, y confundan en mi mente su diferencia. Como en un sueño, donde la pintura no mancha y las pistolas temen sin pólvora.

Esos días sin futuro los alargo como la masa fría. Porque tienen un brillo inefable que, sin conocerla aún, me evocan a la muerte. Sinfonías de final, la serenata que anuncia el levantamiento de la aguja del vinilo.

Y tras el último suspiro, vendrá el amor para acariciarme los labios, aún rojos. Rojos como cuando llegué, abiertos, llorando. Rojos cuando comprendí la angustia y el placer, cuando aún quedaban sentimientos por ser descubiertos. Rojos en la lluvia, en la tormenta, bajo la luna de la mañana. Antes de que se tornen marmóreos, vendrá el amor para susurrarme en una metáfora que, incluso tras la máxima oscuridad, me aguarda un momento de luz.