lunes, 22 de junio de 2015

III

Que bonita estás cuando estás tan caótica.
y tienes un poquito de lujuria en los labios
cuando parpadeas con la magia de una tormenta.
Y.
Me
     in
          un
               das.

Gritas cuando carraspeas las viejas teclas de una vieja máquina de escribir y
yo te descifro sin necesidad de cifras para mesurar los decibelios de tu voz.
Mi misión es sostenerte sin que me veas,
solo siente, gana emociones que tú ya me has ganado a mi.
Voy a colocar cada cosa en el mundo para que no te tropieces con nada,
y vueles.

No sería capaz de pensar nunca que todo esto te podría.


sábado, 6 de junio de 2015

Pájaros de fuego.

'¿Qué son las despedidas si no saludos disfrazados de tristeza?
Nunca has sido mía. Nunca pude poseerte y amarte. Nunca me amaste, o me amaste demasiado, o me admiraste como la niña que toma una lente y se pone a ver cómo marchan las hormigas.

Anaïs, no creo que nadie haya sido tan feliz como lo fuimos nosotros. No creo que exista en la historia del hombre y de la mujer un hombre y una mujer como tú y como yo, con nuestra historia, con nuestras circunstancias;

con aquello que se desbordaba en las paredes, el ruido de la calle y la explosión de tu mirada inquieta de ojos delineados en negro; con la sinceridad de tu cuerpo frágil y tu secreto agresivo e insaciable.

Te extraño casi a todas horas: cuando escribo, cuando te pienso, cuando escucho las campanas que me anuncian que ya son las tres, cuando me acuerdo de las horas interminables entre humo y whisky, cuando como en aquel lugar en que nos dió el aire y cuando escucho la radio.


Adiós, Anaïs, adiós.

 Ya nos encontraremos en otras vidas y en otras vidas podré poseerte y quedarme contigo por siempre. Ya te veré en medio de la nieve, entre libros y vino.

Tuyo,

siempre,
                                                                                                                                          Henry.'