martes, 29 de julio de 2014

Tots aquells polçes.

Joder, em vas jurar que algún día algú es donaría conter de la persona que sóc per fora i per dins.
Em vas dir que m'estimarien com tu m'estimes.
Vas dir: 'Si ell es va enamorar de tu per dins i per fora, tornarà, ell no ho sap, pero ja mai podrá fugir.'
Pero sas que? Ell va fugir.
I jo crec que ja no sóc la rubia dels vostres contes, la desitjada del campament.

Ignore si he pres massa cervesses aquesta nit, ignore si estic venent la meva ànima al pesimisme, ignore el espill i inclús ignore totes les promeses que els hómens em van fer de rescatarme en el futur.
Hui, només sé que es de matinada i ningú m'està rescatant.

Que potser em miren amb un desitg que no comprenc, pero si després els llavis són d'una altra, el desig només em ferix.
El desitg només són els polçes que em precipiten al abisme.
Jo, que vaig jurar que mai ningú m' agafaria per les espatlles.
Jo, que estime als humans per l'essència, abans de confirmar si són escurçó o corder.

I al final, tindré trenta anys i beuré d'amagades, i em tancaré al bany per cridar a eixa amiga que sempre m'escolta mentre els xiquets dormen i el meu marit no s'adona de que no estic al costat dret del llit...

I tots els adolescents que van jurar que em rescatarien del monstre de la rutina estaràn massa lluny, massa massa lluny...



miércoles, 23 de julio de 2014

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Música hecha con las pecas de tu espalda, mermelada de cereza y albaricoque en tus labios.
Bailar en tus mejillas rojas de un día de playa, con tus pasos sosteniendo mis pies, sería algo tan encantador.
Querría cogerte las manos aunque estén frías, dormir escuchando tu respiración y hacer tic-tac con mis latidos (aunque no todo lo que bombardea es la sangre de un corazón).
Guerras de harina un día que decidamos cenar creepes un jueves por la noche, o porque no, de almohadas (y entre ellas). Voy a hacerte recordar, seré tu polaroid como un día de verano en los 60.
Y nuestras tormentas...que diré de ellas; serán el sello de mi mandíbula, son las cosquillas enredadas en mis costillas,lluvias en las madrugadas y relámpagos escondidos en tu pelo.

Voy a cantarte tan cerca de los oídos, que te imaginarás (que soy) el mar.
Voy a prometerte (que me convertiré en) el océano.



Paper cities.

"- [...] pensaba en lo que dijiste, en que se le habían roto los hilos por dentro. Pero hay mil maneras de verlo. Quizá los hilos se rompen, o quizá nuestros barcos se hunden, o quizá somos hierba y nuestras raíces son tan interdependientes que nadie está muerto mientras quede alguien vivo. Lo que quiero decir es que no nos faltan las metáforas. Pero debes tener cuidado con las metáforas que eliges porque es importante. Si eliges los hilos, estás imaginándote un mundo en el que puedes romperte irreparablemente. Si eliges la hierba, estás diciendo que todos estamos infinitamente interconectados, que podemos utilizar ese sistema de raíces no solo para entendernos unos a otros, sino para convertirnos los unos en los otros. Las metáforas implican cosas. ¿Entiendes lo que te digo?
Me gustan los hilos -sigo diciendo-. Siempre me han gustado. Porque así lo siento. Pero creo que hacen que el dolor parezca más fatal de lo que es. No somos tan frágiles como nos hacen creer los hilos. Y también me gusta la hierba. La hierba me ha traído hasta ti, me ha ayudado a imaginarte realmente. Pero no somos brotes diferentes de la misma planta. Yo no puedo ser tú. Tú no puedes ser yo...

Quizá es como has dicho antes, que todos estamos agrietados. Cada uno de nosotros empieza siendo un recipiente hermético. Y pasan cosas. Personas que nos dejan, o que no nos quieren, o no nos entienden o que no las entendemos. Y nos perdemos , nos fallamos y nos hacemos daño. Y el recipiente empieza a agrietarse por algunos sitios. Y sí, cuando el recipiente se agrieta el final es inevitable. Pero está todo ese tiempo desde que las grietas empiezan a abrirse hasta que al final nos desmoronamos. Y solo en ese tiempo podemos vernos unos a otros porque vemos lo que hay fuera a través de nuestras grietas, y lo que hay dentro se nos ve también a través de ellas. ¿Cuándo nos vimos tú y yo cara a cara? No hasta que me viste entre mis grietas, y yo a ti entre las tuyas. Hasta ese momento solo veíamos ideas del otro. Pero cuando el recipiente se rompe, la luz puede entrar. Y puede salir. "

miércoles, 16 de julio de 2014

The Pansies.

Cerré los ojos para que me ayudaran a encontrar el sueño, y sin embargo, mi cuerpo desenterró con uñas recuerdos que el tiempo había tapado:

Nuestro todoterreno blanco, en medio de los hierbajos, y yo comiéndome un cucurucho mientras observaba a un perro demasiado hambriento como para tenerse en pie.

Pepe cantándonos canciones en francés y mi hermana tapándose la nariz por el olor a gasolina.
Ahora entiendo que el mejor amigo de mi madre se uniera al viaje familiar, ya que poco tiempo después murió de cáncer.

El loro del balneario que te preguntaba dónde ibas cada vez que salías por la puerta, y el primer plato de alubias que probé en un restaurante.

Aquel niño que tenía siete hermanos que lo ignoraban y que se unió a una partida de petanca para no dejarnos en dos semanas.

Los cuatro en medio de un revoltijo de sábanas repitiendo una y otra vez: 'Seis por siete: cuarenta y dos'.

Mi padre cogiéndome en brazos para que pudiera tocar las flores del porche mientras me decía:
'Estas flores se llaman pensamientos, como los de tu cabeza.'

Su móvil que no dejaba de sonar, el bañador rojo de mi hermana, las piernas flacas de mi madre, las inexplicables ojeras de Pepe, que pasaba durmiendo la mayor parte del tiempo.

Todo ante mi doce años más tarde, mientras mis largas manos se manchaban de tinta intentando ser más rápidas que mi mente, atrapando las imágenes como si fueran piedras preciosas.