lunes, 25 de mayo de 2015

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"Es imposible ser más bonita que tú"
En enero, en primavera, en agosto o en otoño. Luces las luces de mil maneras. Eres infinita.
Y yo, que me despierto cada día con un peso nuevo que me hunde.
No me faltan segundos para abrir la ventana para verte. Para que me hables. Para que me veas porque ríes en tus nubes grises que te hacen preciosa. 
Y de repente, me das esa fuerza que me impulsa a querer romper el cristal y gritar. Gritar alto y fuerte aunque nadie me escuche. Porque eres inmensa. 


Me quedas grande pero aún así noto como me abrazas. Noto tu fuerza gravitatoria que me dice de que permanezca aquí para siempre.
Y no lo sabes, pero desde hace tiempo eres la única capaz de mantenerme la sonrisa. La ilusión. Soy esa niña pequeña que abraza a su madre al lado del Big Ben en las fotos.
Quiero recorrerte hasta que me duela el cuerpo. Descubrirte para cubrirme contigo.
Que tú y yo tenemos una competición a ver quien llueve más y por ahora te voy ganando.
Aunque tú siempre vas a estar por delante de mi, maravillosa, con cientos de millones de paraguas protegíendote. Porque...¿quién no se enamoraría de ti como yo, mi querida ciudad de Londres?


lunes, 11 de mayo de 2015

Parábola.

El padre le puso el rifle en las manos por primera vez, y lo cogió temeroso, como si fuera a disparase solo con entrar en contacto con su mano.

-Si no lo haces es porque no eres un hombre.

Levantó la mirada hacia el zorro. Estaba arrinconado, sin escapatoria.
Se atrevió a mirarlo a los ojos y se reconoció en ellos.
Si no lo hacía, no era un hombre.

Una fuerza que parecía anterior a él lanzó el rifle tan lejos del páramo como para borrar la sucia marca de pólvora de sus dedos. El golpe seco que produjo la caída pareció salir de su propio pecho. 


-Ahora soy un hombre- pensó en voz alta la misma fuerza que acababa de tomar el control de su vida.




jueves, 7 de mayo de 2015

Instructions pour le chasseur de métaphores.

Todas las cosas del universo se parecen. 
Todo tiene, en sus antípodas o en la proximidad, un hermano natural. Así se descubren las metáforas, porque no se inventan. 
Si abres bien los ojos, verás hilitos granates y serpenteantes que lo unen todo en estética o alma. 
Sólo necesitas tener el corazón tranquilo y una red fuerte de palabras. 

Puedes cazar una fácil, como la que engancha la piel de los jóvenes con el agua del mar, o la que relaciona los dientes con los secretos que este guarda en el interior de sus ostras. 


Con el tiempo hallarás en cada cosa millones de secretos inseridos. 

Si te topas con el amor, la escritura se te turba de océanos metafóricos infinitos que se recrean.
 No te asustes, el mejor observador de metáforas es aquel que no encuentra palabras para abarcarlas.

Cuando seas un experto explorador de la belleza, te sorprenderás en tu cacería al encontrar ancianos endebles sujetos por millones de hilos rotos, como marionetas de niños exiliados. 

Han sido ya muchas metáforas diferentes: una flor de jazmín, el roce de la avena fresca, los ojos de un ciervo ante la flecha final, un cristal masticado por el dolor o el lodo claro tras el huracán.  

Así descubres que morimos por las incisiones de la belleza a lo largo del tiempo, por el cansancio sereno de la recreación continua.


Un día la naturaleza no esconderá nada ante tu mirada y te sobrecogerás, rompiendo el caparazón que todos los humanos tenemos para protegernos de lo hermoso.
Una lágrima de miel recorrerá tu cuerpo y eclosionarás en un revuelo de camelias y nardos.
Todos los poetas morís con sabor dulce en la piel.




miércoles, 6 de mayo de 2015

婦女

me enseñaron a no desear nada, a tragarme la desgracia de otros, a comerme mi propia amargura.

¡Y aunque enseñé a mi hija lo contrario, ella ha seguido el mismo camino! 
Tal vez se deba a que soy su madre y es mujer, y yo soy hija de mi madre y mujer también. 
Todas somos como unas escaleras, un escalón tras otro, que llevan arriba y abajo pero en la misma dirección.

Sé lo que es permanecer en silencio, escuchar y observar, como si la vida fuese un sueño. Puedes cerrar los ojos cuando ya no quieres mirar, pero cuando ya no deseas escuchar, ¿Qué puedes hacer?





                                                                                   El Club de La Buena Estrella, Amy Tan.