sábado, 29 de diciembre de 2012

Hey, Shrubman.

Cuantas veces has sido lo único que quedaba. Todo se derrumba, y tú sigues de pie, mirándome claro.
Noto que me cojes de la mano por encima de mis propios escombros, dándome la salida.
Vives escondido en tu matorral, pero sales a mostrarme lo que no sabes mostrar a los demás. Constante, estable.
Cuando estaba inconsciente, me dabas el aire que necesitaba para respirar.
Me tranquilizabas hasta que me dormía, y luego te ibas sigilosamente para que no tuviera que despertarme. Al día siguente no recordaba cúanto de mí te había enseñado.
Creo que ni siquiera tú sabes lo importante que eres, tienes partes mías que nadie más conoce.
Y nunca hiciste una pregunta, nunca pediste explicaciones sobre lo que estabas reparando. Sólo tenías la certeza de que no te rendirías hasta que sonríera. Te has quedado a conocer toda mi metereología.

Eres lo único que me hace sentir necesaria. Útil. No un problema, sino una solución. Y es lo que más necesito.
No entiendo que hice para ganarte, ni porque crees que merezco lo que me dices.
Eres la pieza encargada de repartir lágrimas de felicidad. De aliviarme. De dejarme sin palabras de agradecimiento.

2 comentarios:

  1. No conocía tu blog y parándome a leer alguna que otra entrada he de decir que WOW, escribes muy pero que muy bien, no dejes de hacerlo. Besitos :)

    ResponderEliminar
  2. Muchissimas gracias, de verdad. Un abrazo muy fuerte.

    ResponderEliminar