Me gusta dar vueltas sobre mí misma, sentarme y ver como el mundo gira. Cómo por una vez, la que gira no soy yo.
Miro mis dedos y parecen tristes. Desanimados.
He encogido. Mi burbuja se ha echo de metal.
Es como un pequeño recipiente blanco con demasiado contenido. Lo mantengo cerrado y el cristal se rompe, explota continuamente.
Cúantas veces he visto la avalancha y me he quedado quieta. Algo aquí que me controla. Me transforma en una criatura marina de ojos verdes y brillantes. No quiero.
Ojalá mi felicidad fuera mía.
Mis sueños son reflejos de lo que me callo durante el día. Pesadillas imposibles.
Busco a oscuras las partes de mí que deje atrás. Ya no sé dónde ni cuando las perdí. Y sigo el camino así, incompleta. Necesito una calada de aire vivo. No entiendo porqué estoy aquí ahora. Distinta.
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