Quisiste huir sin dejar huella, irte lejos a ninguna parte, desaparecer de este mapa. Pero no es tan fácil volar sin alas.
Has empezado a vivir en una pesadilla, y te pellizcas la piel para ver si es real, mientras cruzas los dedos deseando que no lo sea.
Te estás mintiendo y lo sabes. Te estás apagando lentamente, como una rama de tu mejor incienso.
Oh, querida, la tinta de aquel retulador rojo con el que te pintabas sonrisas se está acabando, y ya no sabes que hacer.
Tu miedo ha roto los espejos y te han salpicado los cristales quebrados. Y dime ahora...
¿Qué harás con tantas heridas? ¿Quien las curará si las tienes tan bien escondidas?
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