domingo, 19 de agosto de 2012

Farewell.

Mi cabeza sube y baja sobre tu pecho. El ruido de tu respiración agitada, de tu corazón, de tu estómago. La textura de tu ropa sobre mi mejilla. Señalas el cielo y empiezas a hablar de estrellas. Crees que te escucho, pero mientras observo como tu nuez de mueve mientras hablas.
Podría vivir así por siempre. Podría morir así. Mis cincos sentidos llevan tu nombre ahora.
Y tambien mi cabeza, desde hace tiempo. Acabas una frase en tono de pregunta y me miras.
Nuestros ojos se encuentran y enrojezco para admitir que no puedo responderte.
Escondo mi rostro de tu descubrimiento en ese hueco de tu cuello que es mío, desde donde te noto sonreír.
 Desde mi rincón me llega tu olor, tan fuerte. Me entra dentro y me empozoña la garganta.
Algo sube desde mi barriga para reunirse con tu veneno y no puedo pararlo. Notas como una lágrima cae sobre tu clavícula.
 Me pasas el otro brazo por encima y me aprietas contra tu cuerpo. En silencio, porque comprendes.



Meses después te miro al otro lado de la cama y busco el brillo de tus ojos. Pero lo único que veo es ese recuerdo, y que ya no puedes comprenderme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario