sábado, 28 de abril de 2012

Thanks for the glue.

Dormir entre remolinos de algodón. Una risa ahogada que siempre será un misterio.
 Motas de plovo con olor a libro y a tomillo. Guardar el impluso de correr y lanzarte a sus brazos.
Una bailarina de porcelana que rueda al compás de una nana de amor para una muerta. Su sonrisa.

Una pared de papel azul claro a rayas blancas. Una casa que me persigue en sueños desde siempre.
Dos locas chillando una canción de rock mientras suben a la fiesta. Un piano blanco bañado por los primeros rayos de sol. Unos labios bordeados de cacaolat, fruto de una  nocturna expedición secreta a la nevera.
La confusión entre lo real y lo soñado. Una bañera teñida de azul. Un beso encima de una lágrima resbaladiza.
El agua multicolor de los pinceles. Un libro de meriendas. Un baile infantil en la cocina. Patos. Un helado que entonces no era demasiado caro. Una costumbre que no sabe de edad. Sus huesos pintados en color verde para adorarlos cada día.

El tacto del pie con el calor de la hamaca. Repasar con el dedo el contorno de tu mandíbula.
Mezclar tristeza y felicidad. Cansancio. Un extraño a quien querrías volver a ver. Un banco enmedio de un jardín de rosas. Perderse en la cama.


Todo lo que no importa se convierte con el tiempo en lo más importante.



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