Podría retratarte tan sólo uniendo las líneas que me marcan
tus pecas.
Te desvaneces a cada pestañeo, el sistema solar parece tan pequeño
cuando tú ríes sin sentido.
Hoy mis caricias en tu pelo se acompasan al llanto,
un paréntesis intrínseco en mi párrafo enmarañado.
Me amoldo en tu postura
indefensa hasta crear una escultura siamesa. Nuestras costillas encajan. Compartimos vértices.
Una niña tierna
que nunca podrá
crecer.
Una melodía delicada
que me acompaña en el
desagarro
sin que recuerde haberla
aprendido.
Adagio in sol minore, T. Giovanni Albinoni
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