martes, 24 de diciembre de 2013

The Tea Club.

Un día dejó de llorar a fondo, de reír a fondo.
Empezó a respirar sin darse cuenta, fue un bicho estable.
Abandonó las travesuras, la imaginación y no dijo las cosas que no hay que decir, ni hizo las cosas que no hay que hacer.
Miraba, no veía. Oía, no escuchaba.
Paró de hacer preguntas, enterró todas las metáforas y el absurdo.
Dejó de mirarse cada mañana en el espejo.
Descubrió la importancia de las fechas, los relojes y las cifras.
Rechazó esperar y luchar por lo que había escogido su corazón, y se entregó a lo que merecía, desnudándose así de todas las batallas.
Se borró progresivamente la marca de nacimiento del lado oscuro.
Ese día, dejó de ser humana para convertirse en una persona.
Y nunca llegó a darse cuenta de que su mayor miedo se había cumplido.


De que al crecer, el corazón se le había muerto.

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