Como una espesa nube blanca, la felicidad se encuentra tan sumida en mis arterias que no me deja notarla. Parte de mi, tan adentro...
La montaña huele a nacer, se ha acabado la tormenta y el aire sabe verde.
El balcón es azul y en el prado, entre las rocas, veo a mis amigos balanceándose al ritmo de Abbey Road.
'All good children go to heaven', pero nosotros tenemos la suerte vital de no ser buenos y vivir en nuestro Olimpo.
Siempre he dicho que si pudiera escoger un poder sería volar, pero ahora elegiría parar el tiempo.
Porque ya me siento flotando; y quiero registrar el sonido de la pluma rasgando el papel reciclado, el murmullo de las voces en segundo plano, y de fondo los suspiros de quienes descansan entre las sábanas viejas.
Las nubes difusas llevan tinte naranja y amarillo, contraste natural con el azul más cielo que he visto, que se convierte tímidamente en blanco a medida que se acerca al contorno de los árboles.
Tu voz grave pone banda sonora, me gusta tu voz, y dormir envuelta en tu olor en lugar de en mantas.
Acabamos de encontrar un pingüino entre las nubes, y esta noche gritaremos hasta que caiga el techo espacial uno de esos millones de bombillitas...
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